El investigador del CONICET Evangelos Vlachos desarrolló un nuevo método para navegar a través del Código de Nomenclatura Zoológica.
El Código Internacional de Nomenclatura Zoológica es el texto que regula de forma estandarizada cómo nombrar a las especies del reino animal. Cada uno de los animales descubiertos y descritos, actuales y extintos, llevan un nombre que se encuentra en ese código: en total, hay 51 mil palabras agrupadas en 90 artículos principales, con 754 sub artículos, 129 recomendaciones, 129 ejemplos y 333 elementos del glosario. Pero, como toda legislación, su lectura es intrincada y difícil de leer, usar y enseñar: para simplificarlo y hacerlo legible, el investigador asistente del CONICET en el Museo Paleontológico Egido Feruglio, Evangelos Vlachos creó un sistema de red interactiva que agrupa la información disponible de modo más sencillo y fue publicado en la revista científica PeerJ. La herramienta está disponible de forma libre y gratuita en una versión en inglés.
“Científicamente hablando, cada especie tiene dos nombres: el nombre del género (por ejemplo, Homo) y el nombre de la especie (por ejemplo, sapiens). Juntos, forman un nombre de dos componentes: Homo sapiens, el primero escrito con mayúscula, el segundo con una letra minúscula y ambos en cursiva”, explica Vlachos. Para el científico, la idea de este sistema es que el nombre de cada especie sea único y estable. De esa manera, cualquier científico en el mundo que se encuentre usando ese nombre sabrá que se trata de una misma especie y de este modo podrá evitar confusiones por usos regionales o locales (como perro, dog, can, chucho). “Idealmente, cada nombre solo se forma una vez y se forma correctamente. Simple en teoría, pero mucho más difícil en la práctica”, agrega el científico.
Porque, ¿qué sucede si dos o más científicos forman nombres diferentes para la misma especie? ¿Si dos o más científicos crean el mismo nombre para diferentes especies? ¿Si algunos de los nombres están formados incorrectamente y contienen errores tipográficos y otros errores? ¿Si dos especies con dos nombres diferentes ahora se consideran la misma especie? ¿Cuál es el nombre correcto y válido para usar, y quién decide eso? Para regular este y otros tipos de conflictos potenciales que podrían suceder a la hora de crear un nombre, surgió el Código Internacional de Nomenclatura, pero terminó convirtiéndose en un texto complejo. Por eso, el científico se vio motivado a buscar la manera de hacerlo más simple.
Transformando el código en una red interactiva
El método que este científico desarrolló para lograr un acceso más dinámico al Código Internacional de Nomenclatura es en forma de red. “Para realizarlo, utilicé una metodología matemática conocida como análisis de redes, que generalmente se usa para describir y analizar redes sociales y otros tipos de estructuras conectadas”, explica. Y describe: “ Dividí el texto del Código en 1379 nodos de texto y luego conecté esos nodos con al menos 11276 conexiones o bordes: mediante el uso de potentes algoritmos de diseño, el texto del Código se transformó en una herramienta interactiva”.
Para Vlachos, este método podría ser útil en otras disciplinas que usan textos similares, como Historia, Leyes, Medicina y Lingüística. “Al transformar estos textos en redes, se abre una nueva línea de investigación en la que podemos manejar este tipo de documentos en forma interactiva y, además, ahora es posible describirlos total o parcialmente a través de métricas y otras estadísticas, permitiendo una comprensión profunda de los textos tanto por los usuarios profesionales como por el público”, finaliza.
Fuente: CONICET, por Amalia Villafañe