El trabajo de investigación realizado durante cuatro años por un equipo multidisciplinario se da a conocer en la revista científica Proceedings of the Royal Society (Reino Unido). Patagotitan mayorum, así bautizado por los paleontólogos, brinda datos para entender algunos aspectos clave en la evolución de los saurópodos.
En el año 2012 Aurelio Hernández, un peón de campo, descubrió el primer hueso de lo que luego sería uno de los hallazgos más asombrosos de los últimos años en el campo de la paleontología: más de 150 fósiles pertenecientes a los restos de al menos de 6 ejemplares de una misma especie de dinosaurio gigante, la más grande hasta ahora conocida. El hallazgo no sólo llamó la atención por las dimensiones extremas de los fósiles, sino porque tal cantidad de restos permitirían obtener la reconstrucción anatómica más completa, hasta el momento, de los herbívoros más grandes en la historia de nuestro planeta.
Desde entonces varias novedades salieron a la luz recorriendo el mundo. “En 2013, cuando se dio la noticia del hallazgo, aún estábamos trabajando en las excavaciones. Habíamos visto en el campo muchos huesos con ciertas características que indicaban que era una nueva especie y que aparentemente se trataba del dinosaurio más grande que se había encontrado hasta el momento. Desde esa fecha hasta ahora hubo que hacer numerosas campañas para recuperar los restos que fueron luego preparados en el MEF por técnicos especializados. Recién a partir de ese trabajo pudimos empezar a estudiar los fósiles para determinar exactamente cuáles eran las características que permitieron identificar esta nueva especie”, explica el Dr. José Luis Carballido del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), especialista en dinosaurios saurópodos y líder del trabajo de investigación. Hoy, luego de cuatro años de investigación, el trabajo es publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society. El proyecto fue llevado a cabo por un equipo multidisciplinario integrado por los especialistas en dinosaurios José Luis Carballido y Diego Pol (CONICET- MEF, Trelew), Alejandro Otero (CONICET-Museo de La Plata), Ignacio Cerda y Leonardo Salgado(CONICET- Universidad Nacional de Río Negro) y los geólogos Alberto Garrido (MPCNJO, Zapala), Jahan Ramezzani (MITC, Massachusetts, USA), Rubén Cúneo y Marcelo Krause (CONICET-MEF); cada uno de los cuales estuvo encargado de analizar distintos aspectos de este gigante y su entorno.
Con este trabajo el dinosaurio más grande del mundo, popularmente conocido como “Titanosaurio”, fue bautizado formalmente por los investigadores como Patagotitan mayorum. La investigación incluye los aspectos más relevantes del descubrimiento: la descripción completa de la nueva especie, la estimación del tamaño corporal, el estudio de cómo podrían haber muerto estos animales y qué edad tendrían al morir, y el análisis filogenético que permite comprender aspectos claves de la evolución en los grandes dinosaurios que hasta ahora no se sabían.
El lugar, una característica y un homenaje: el significado del nombre
El nombre genérico, Patagotitan, tiene dos significados: “Patago” hace alusión a la procedencia geográfica de los fósiles, Patagonia; y “titán” que simboliza fuerza y gran tamaño, tiene su origen en los titanes, deidades poderosas de la mitología griega. La palabra completa puede interpretarse como “gigante de Patagonia”. El nombre específico “mayorum” es en honor y en agradecimiento a la familia Mayo, los dueños de la Estancia La Flecha, lugar donde fueron encontrados los fósiles y quienes contactaron a los especialistas. Durante los tres años que duraron los trabajos de excavación, esta familia brindó su hospitalidad a más de 15 personas, incluyendo paleontólogos, geólogos, estudiantes y voluntarios.
Hubo que esperar cuatro años para conocer su nombre y esto se debe al tiempo que demandó la investigación. “Cuando descubrimos un nuevo dinosaurio durante una campaña paleontológica no significa que volvemos al museo e inmediatamente lo bautizamos, sino que es un proceso que lleva mucho trabajo. En este caso las tareas de excavación requirieron tres años, luego la limpieza y acondicionamiento demandaron otros dos años [a medida que los materiales llegan del campo, se van limpiando en el laboratorio] y finalmente el tiempo de estudio de los materiales”, detalla Carballido.
Para determinar que los restos pertenecían a una nueva especie, los investigadores debieron estudiar otras especies conocidas de dinosaurio de gran tamaño. “Comparamos los restos con todas las especies que de alguna manera podrían estar relacionadas- agrega Carballido-. No sólo por el tamaño, sino porque vivían más o menos en el mismo momento o tenían ciertas características en común. Dentro de estas especies incluimos por ejemplo a Argentinosaurus, Puertasaurus y Futalognkosaurus, dinosaurios argentinos de dimensiones gigantescas, y a varios otros titanosaurios tanto de Argentina como de otras partes del mundo. Hicimos una comparación detallada contra todas estas especies y encontramos diferencias, pese a que algunos, como Puertasaurus, estaban muy incompletos”.
Dos técnicas diferentes para estimar la masa corporal
“Estimar el peso corporal de un animal extinguido es un gran desafío. Sólo tenemos los huesos y, con estos restos, los investigadores debemos inferir el peso corporal utilizando métodos indirectos”, comenta Diego Pol.
La primera estimación del tamaño corporal para Patagotitan se realizó a partir de la medida de la circunferencia del húmero y el fémur, los principales huesos de las extremidades que soportan la mayor parte del peso del animal. Los datos obtenidos fueron volcados en una ecuación que permitió estimar que pesaría unas 70 toneladas, el equivalente a más de 10 elefantes africanos.
Los paleontólogos emplearon además otro método más moderno: la estimación del peso a partir del volumen del cuerpo. “Para lograr esto se hizo una reconstrucción tridimensional de Patagotitan: en primer lugar hubo que escanear cada uno de los huesos – precisa, Carballido-; luego, a esa reconstrucción debimos sumarle lo que sería el volumen de tejidos blandos, y posteriormente, comparando con la densidad de un animal actual, calcular el peso que habría tenido”. Esta técnica hasta ahora no había sido aplicada en otros gigantes, dado que no se conocían tantos restos como para hacer una reconstrucción anatómica tan completa.
La reconstrucción de los hechos y las claves para comprender su comportamiento
Al igual que en una escena de un crimen, el equipo de investigadores trabajó en el campo tomando todos los datos del lugar y registrando exactamente la posición y estado de cada uno de los huesos. El objetivo fue descubrir cómo murieron los animales, qué edad tendrían y cuáles fueron las causas. “En la misma excavación encontramos tres niveles distintos con huesos, todos pertenecientes a una misma especie. El ambiente en el cual se depositaron y quedaron sepultados fue el de una planicie de inundación, en donde sucesivos desbordes del río fueron cubriendo los restos de los animales que ya estaban muertos en el lugar. La energía con la que llegaban esas inundaciones era muy baja y no era suficiente para mover ninguno de los huesos. En otras palabras, los dinosaurios estaban ahí, murieron ahí y en al menos tres momentos distintos, los animales recurrieron a ese lugar”, detalla Carballido.
La fidelidad de un animal a un sitio es un comportamiento que se observa en muchos animales actuales de vida social. “En uno de los niveles, hay un fémur que está claramente pisado por otro animal- amplía Carballido-. Esto es muy común, por ejemplo, en lugares donde los elefantes actuales vuelven con frecuencia; es normal que cuando van al año siguiente, pisen algún otro elefante ya muerto”. Los estudios realizados en el tejido óseo en varios especímenes indican que todos los dinosaurios que acudían a ese lugar eran adultos jóvenes.
Los más grandes y los más chicos: el “árbol genealógico” de Patagotitan
Hasta hoy esta especie era conocida popularmente como titanosaurio, sin embargo este nombre es en realidad la denominación de un grupo de dinosaurios saurópodos que reúnen una serie de características en común. Es decir, Patagotitan es un titanosaurio. “En aspecto general, los titanosaurios son como todos los saurópodos: de cuello largo, cabeza chica, cola larga y caminaban en cuatro patas; pero tienen una serie de características anatómicas, sobre todo en las vértebras de la cola y en la cadera, que comparten entre ellos y los distinguen del resto”,detalla Carballido.
Los titanosaurios fueron un linaje diverso de dinosaurios herbívoros que incluye desde las especies más pequeñas, como Rinconsaurus o Saltasaurus de alrededor de 6 toneladas ( el equivalente aproximado en tamaño a un elefante adulto), hasta las más grandes conocidas, tales como Argentinosaurus o Puertasaurus, especies de más de 60 toneladas.
Hasta el momento había muchas incógnitas sobre la evolución de los saurópodos, en especial de los más grandes. “Un tema interesante de evaluar era cómo evolucionó el tamaño dentro de los titanosaurios, puesto que de todos los saurópodos, este grupo es el que tiene mayor disparidad de tamaño – expresa Diego Pol. El análisis filogenético (utilizado para resolver las relaciones evolutivas entre las especies) que realizamos indica que la mayoría de los titanosaurios gigantes que se conocían de Patagonia pertenecen a un mismo linaje. Eso significa que la evolución del gigantismo extremo dentro de los titanosaurios se dio una sola vez en el tiempo y no en distintos eventos. Podemos observar otros casos de aumento de tamaño respecto de la condición ancestral en titanosaurios, pero ninguno fue tan dramático como el que se ve en este grupo y que está ejemplificado con Patagotitan. Es decir que aparentemente todos los dinosaurios verdaderamente gigantes estaban relacionados entre sí y forman un grupo que conoce como Lognkosauria. Este grupo de gigantes habría surgido a finales del Cretácico inferior (el más viejo sería Patagotitan) y habría sobrevivido hasta mediados del Cretácico superior (entre los 100 m.a y 85 m.a)”.