Llegan al Mef fósiles de 20 millones de años. Un traslado complejo y a paso de tortuga

El caparazón de una tortuga marina de casi 2m de largo y media tonelada, llegó del campo para ser limpiado y acondicionado para su posterior estudio. Cerca de 30 personas estuvieron involucradas en las tareas de rescate.

El ejemplar fue descubierto en 2016 en las costas de Chubut por especialistas del CONICET-CENPAT en el marco de una campaña paleontológica para buscar cetáceos. “Estaba prácticamente en el borde de un cañadón profundo cerca de la línea de costa y a casi 2 km del camino más cercano”, cuenta Juliana Sterli, (CONICET-MEF), especialista en tortugas y parte del equipo de investigación “Al año siguiente, decidimos armar un bochón para protegerlo. Por estar semi expuesto a la erosión y cambios de temperatura, corríamos el riesgo de perderlo completamente. No era fácil la extracción, necesitábamos mucha ayuda y por la pandemia tuvimos que posponer el trabajo”

“El año pasado comenzamos el traslado. Realmente fue un gran desafío porque teníamos que moverlo a campo traviesa y no podíamos arrastrar el bochón sin ningún tipo de soporte, así que técnicos del Mef diseñaron un vehículo especial. El “tortumovil”, como lo bautizamos, se podía adaptar como trineo o como camilla (con ruedas) dependiendo de las condiciones del terreno”, detalla.

“Poco a poco, con el tortumovil y un aparejo, nos fuimos acercando al camino sorteando desniveles, plantas y cualquier tipo de obstáculo que se nos presentaba en campo. En cada jornada de trabajo, solo podíamos desplazar la tortuga entre 100 y 300 metros! Fueron cerca de 10 campañas y con un equipo de 6 personas cada vez, liderados por Pablo Puerta y Maxi Iberlucea del MEF. Y el último tramo hasta la camioneta fue aún más complicado, ya que era muy empinado para poder moverlo del modo que veníamos haciendo. Así que este año se tuvo que hacer un camino para poder arrastrar el tortumovil con una máquina y finalmente levantarlo con trípode hasta una camioneta para traerlo al Mef”, explica.

Buceadora prehistórica

“Sabemos que es el caparazón de un dermoquélido, la familia de tortugas marinas actualmente representadas las tortugas laúd. Llegan a medir también alrededor de 2 metros de largo. Son excelentes buceadoras pudiendo sumergirse hasta 2000 metros de profundidad, tienen la peculiaridad de alimentarse exclusivamente de medusas y desarrollan la gigantotermia, es decir que pueden regular su temperatura corporal. Las tortugas laúd viven en aguas templadas, tienen distribución cosmopolita y llegan hasta las costas de Buenos Aires”

“Probablemente esta tortuga fósil compartía hábitos similares”, explica Juliana, y agrega. En estas latitudes, entre los 23 y los 13 millones de años, teníamos temperaturas más altas que las actuales. Incluso tenemos registros más antiguos donde encontramos a estos dermoquélidos en latitudes aún más altas, llegando hasta la Antártida”

“Después de abrir y preparar bien el material, podremos estudiar todo en detalle. Pero sabemos que es un material sumamente importante a nivel científico. Probablemente se trate de uno de los dermoquélidos fósiles más completos que se conocen del mundo”, finaliza Juliana.

Sitio de hallazgo: Los fósiles fueron descubiertos en Estancia Redonda Chica de la Sra. Ana María Aguirre, localizada entre las ciudades de Rawson y Trelew (Chubut)